sábado, 24 de mayo de 2014

Bienvenidos a Flotsam

Los aventureros continuaron explorando la segunda planta de la fortaleza de los Caballeros Negros. Quedaban pocas puertas que abrir: tres a lo largo de un pasillo lateral, y una cuarta en una estancia central, aquella que tras de sí albergaba unos sonidos extraños. Decidieron probar con las de los pasillos.
La primera de ellas daba a una armería. La mayoría de las armas y armaduras eran bastante comunes, aunque de calidad. Gracias al saco mágico de contención, arramblaron con la casi la totalidad de los enseres.
La segunda puerta correspondía a un dormitorio para reclutas de los caballeros, y estos -cómo no- se encontraban allí. Eran seis, y el grupo los pilló desprevenidos, oportunidad que aprovechó Jarom para usar su cetro de las maravillas, con la fortuna de activar una bola de fuego que arrasó toda la sala. Cenizas, carne y huesos chamuscados eran pisoteados por los héroes mientras inspeccionaban la habitación, sin encontrar nada de interés.
La última puerta abría el paso a un nuevo pasillo que precedía a una antesala vacía, y seguidamente a una sala de mayor tamaño, a la que consiguieron acceder gracias a la pericia de Garrett para abrir cerraduras. Al fin habían dado con el santuario que estaban buscando.
Era una sala rectangular bastante grande, con pilares a ambos lados y un pedestal en el centro y al fondo. Sobre el mismo, yacía la otra Lágrima de Mishakar, con un relumbrar sombrío que alertaba de su condición corrupta. Nada más acercarse a ella, un espectro fantasmal surgió de improviso atacando a los intrusos.
El ser absorbía la esencia vital de aquel que estuviera al alcance de sus ataques. Garrett con sus proyectiles, Jarom y Lothbrok con su magia, y Melnar con el largo alcance de su lanza, atacaban a la criatura con cierta distancia, sin embargo Murance y Garuk estaban forzados a acercarse al cuerpo a cuerpo. Murance quedó exhausto de forma accidental como consecuencia de un hechizo de Jarom, pero Garuk no, y al ser este el enemigo más cercano, resultó el peor parado de todos. A pesar de eso, la dureza del minotauro era tal que aguantó sin demasiados problemas los envites del espectro, hasta que este fue derrotado al fin.
Una vez recuperado el resuello, y tras las curaciones pertinentes, fue Jarom el que se atrevió a coger la lágrima corrupta, sintiendo al instante una pérdida de su energía interior. Volvió a dejarla en su lugar y, con la misma rapidez, recuperó su estado. Sabiendo esto, optaron por abrir el saco y empujar la joya adentro, sin más. Ya tenían lo que habían venido a recuperar, así que no había más tiempo que perder para salir de allí.
Afortunadamente los aventureros consiguieron volver sobre sus pasos sin llamar la atención. Regresaron a los túneles, salieron al exterior, y se despidieron de Murance, pues sus caminos se separaban allí. El siguiente punto del camino estaba en Flotsam, donde, según Telerie, encontrarían la manera de eliminar la corrupción de Lágrima recién obtenida.
Siguiendo los caminos principales alcanzaron la ciudad sin contratiempos. Tan pronto cruzaron sus murallas intuyeron quién gobernaba aquel lugar: un gremio de ladrones. Sus encapuchados miembros abundaban por las calles y negocios, trapicheando, vigilando y manteniendo el orden. Sin embargo, en determinadas partes de la ciudad -la zona más adinerada sobre todo- también se dejaban ver soldados bien pertrechados. Los héroes salieron de dudas en cuanto comenzaron a visitar las tabernas y establecimientos del barrio comercial, donde, al mismo tiempo que vendían todo lo que habían saqueado, obtenían interesante información del estado de la ciudad.
Al parecer, el gobernante oficial de Flotsam era un hobgoblin llamado Toede. Era un sujeto de gran poder, pues se decía que había muerto y resucitado incontables veces, y su riqueza e influencia era tan grande que sólo unos pocos privilegiados gozaban del honor de verle, y muchos menos osarían causarle problemas. No obstante, el hobgoblin pasaba tanto tiempo fuera de la ciudad, que oficiosamente el gobierno de la misma correspondía a un gremio de ladrones, que se tuvo que hacer cargo si  no quería que la situación se volviera incontrolable. Vixen era el nombre de la líder de este gremio, y su lugar de reunión y sede principal se encontraba en un garito llamado 'El Pelícano Marrón'. En definitiva, se podría decir que en Flotsam se regía un gobierno compartido de mutuo acuerdo entre los ladrones y las fuerzas de Toede.
Como decíamos, los aventureros visitaron una serie de establecimientos vendiendo equipo, comprando algunas pocas cosas, bastantes pociones y una rareza que Lothbrock insistió en que podría resultarles de gran utilidad: un sombrero mágico de disfraz. Con este sombrero, el portador podría adoptar múltiples formas y apariencias. Además, averiguaron que el único sitio donde había alguna posibilidad de conseguir la información necesaria con respecto a la recomposición de la lágrima corrupta, era la gran biblioteca del señor Toede. Desgraciadamente, una audiencia con él, o permiso para entrar en su morada, era harto improbable de obtener. Todo pasaba por una extenuante burocracia en el ayuntamiento.
Sin ganas, pero sin mejores opciones, el grupo se encaminó al ayuntamiento para comenzar el papeleo de cara a visitar la mansión del gobernador. Tal y como ya les habían avisado, tuvieron que armarse de paciencia, rellenar formularios y pagar tasas. Dos días más tarde les darían una respuesta.
Alquilaron unas habitaciones en la posada 'El Embarcadero', que regentaba una agradable kender que mantenía su local pulcro y acogedor. También aprovecharon para visitar a Vixen, la líder del gremio de ladrones, en su sede principal, para presentar sus respetos e intentar conseguir más información y opciones de acceder a la mansión de Toede. Por desgracia, los ladrones no estaban muy dispuestos ayudar al grupo, mostrándose poco más que interesados en reclutar a Garrett en sus filas. Lo único que les llamó la atención fue la mención de  una serie de repetidas desapariciones en los muelles y alta mar. Por lo menos se aseguraron de que el gremio no les traería problemas, siempre y cuando ellos no los provocaran.
El primer día en Flotsam estaba a punto de concluir, y a todos les inundó el presentimiento de que el periplo por esta ciudad iba a ser más largo de lo esperado. 

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