sábado, 3 de mayo de 2014

Regreso a la Desolación (I)

Los aventureros apenas tuvieron tiempo para celebrar la gran gesta que supuso la liberación de Kendermore. Su empresa era mucho más grande que eso, y ahora debían volver a cruzar la Desolación para continuar su camino. No obstante, en esta ocasión no sólo les acompañaría Elijayess, sino toda la comunidad kender que habían liberado, y también un nuevo aliado que encontraron en la ciudad, registrando libros en la biblioteca abandonada. Era un humano que a todas luces aparentaba ser un estudioso de la magia, y que se hacía llamar Cielo Gris. Con mucha fortuna había conseguido llegar hasta allí, y ahora que tenía previsto abandonar la ciudad, requirió hacerlo en compañía del grupo, sabiendo lo peligroso que resultaría partir sólo.
El elfo bárbaro les guiaba como de costumbre, tratando de evitar el mayor número de peligros en su travesía por el desierto. Sin embargo, la naturaleza es impredecible, y mucho más, si cabe, en aquel yermo del infierno. Durante las primeras jornadas de viaje, los héroes sufrieron lluvias y ventiscas que nada tenían que ver con las lluvias y ventiscas de otras regiones. Las gotas que caían del cielo eran ácido capaz de corromper todo lo que tocaban, y las ventiscas arrastraban arena y piedras incandescentes. No había duda, el volcán había despertado, complicando todavía más las condiciones atmosféricas. Por si no tenían motivos suficientes para cruzar el desierto lo más rápido posible, ahora se sumaba otra razón de peso.
Consiguieron refugiarse en una cueva, no sin antes sufrir algunas pérdidas debido a la lluvia ácida. Entre lo más destacado estaba una capa mágica de Garrett y la flamante armadura de Melnar. Ambas quedaron inservibles. Por suerte, Dusk guardaba entre el botín una coraza mágica con la que pudo equiparse el enano. Sin más, organizaron las guardias y procuraron descansar antes de emprender la marcha de nuevo.
Mientras todavía acampaban, unos gemidos procedentes del exterior llamaron la atención de los aventureros. Se acercaron con cautela y comprobaron que se trataba de una humana desvalida que se apresuró en solicitar la ayuda del grupo. Les contó que viajaba por estos parajes junto a su hermano cuando un grupo de Caballeros Negros les asaltó. Consiguieron escapar, pero su hermano estaba malherido en otro recoveco natural cerca de allí. Sin pensárselo demasiado, los héroes accedieron a ayudar a la joven.
Cuando llegaron al lugar indicado, en mitad de la cueva yacía un hombre ensangrentado. Todo parecía encajar con la historia de la chica, por lo que Dusk y Cielo Gris se acercaron para tratar de sanar al sujeto con sus conocimientos arcanos. Fue entonces, examinando el cuerpo de la víctima, cuando se dieron cuenta de que sus vestimentas eran propias de un Caballero Negro. Las sospechas empezaron a surgir, y la muchacha se apresuró en zanjar el asunto. En cuestión de segundos, aquella joven de aspecto delicado se transformó en una amenazadora Lamia. Mitad humana, mitad felino, y de un tamaño enorme, había atraído a todo un banquete a su trampa.
El combate no se hizo esperar. La Lamia se defendía con garras y dientes, y los héroes eran conscientes de su letalidad, por lo que había que actuar coordinados y con premura. Elijayess se había quedado en el otro refugio, por lo que no estaba allí para ayudarles, sin embargo los kender estaban con él, lo que suponía una distracción menos para los aventureros. Así, con destreza en los golpes y el buen uso de los hechizos, solventaron la contienda sin graves consecuencias.
Con el enemigo abatido pudieron centrarse en el estado del hombre malherido. Como suponían, se trataba de un Caballero Negro, que se presentó como Brandel Bloodstone, y relató lo que ya era evidente. La Lamia les había atacado a él y su grupo, llevándoselo con ella y utilizándolo como cebo. Dusk sanó sus heridas, y los aventureros le proporcionaron algunas raciones. Además, acordaron con él que avisarían a sus compañeros si los divisaban durante su tránsito por estas tierras. Como agradecimiento, el caballero les proporcionó un salvoconducto en el caso de que se encontraran con otros de su orden que pudieran suponerles problemas.
Después de recoger a Elijayess y los kender, el grupo continuó el viaje. Niebla y tierra dificultaban la visión en muchos tramos, pero no así el oído, que en alguna ocasión permitió escuchar el murmullo de criaturas acechantes, que prefirieron evitar. Aún así, sabían que tarde o temprano se verían forzados a desenfundar las armas de nuevo, lo que no tardó en suceder.
Tres criaturas con aspecto de canes infernales rodearon a los héroes con intención de devorarlos. Los kender podían ser presa fácil, así que no había que darles la menor oportunidad a aquellos monstruos. Afortunadamente, el combate se resolvió sin tener que lamentar bajas, al contrario de lo que sucedió en su siguiente y terrible encuentro.
Cuando acamparon de nuevo, algo les asaltó por sorpresa mientras Garuk y Cielo Gris hacían su guardia. Nada menos que una banda de cinco enormes y feroces ogros. Su líder, el más despiadado de todos, centraba sus ataques en Cielo Gris, pues su ostentoso aspecto de arcanista le convertía en el más peligroso de todos para aquellos seres, temerosos del poder de la magia. El hecho de que los héroes fueran pillados por sorpresa, y la tardía reacción de varios de ellos, les hizo quedar a merced de los ogros. Cielo Gris, siendo el objetivo principal, cayó sin posibilidad de defenderse, ante las acometidas del brutal líder. Ni siquiera sus compañeros tuvieron la oportunidad de socorrerlo o ayudarle antes de que expirara. Ahora, sólo les quedaba la venganza.
A diferencia de los anteriores combates, este se desarrolló con gran dificultad y constante peligro de muerte, además de algunas torpezas en los ataques de Melnar. Por suerte, el enano consiguió resarcirse un poco con un par de golpes bien dados armado con la Dragonlance, que se sumaron al mejor acierto de sus compañeros, que atinaban con sus estocadas, flechas y hechizos. Incluso un felino invocado por Dusk hacía lo propio, mermando la salud de los ogros, que iban cayendo poco a poco. Estos, no obstante, no se quedaban atrás, y además de Cielo Gris, también cayó muerto el animal creado por el místico, y a punto estuvo de seguirles Elijayess. Menos mal que los kender permanecían refugiados en el interior de la cueva donde habían acampado, porque si no, hubiesen tenido que lamentar, con toda probabilidad, alguna otra pérdida.
Hacia el final de la refriega, de los enemigos sólo quedaba su líder en pié. Pero no huyó. Luchó como los suyos hasta el final, e igual que ellos terminó abatido. Tocaba ahora recomponer heridas y lamentar las bajas. Ya eran muchas en las crónicas de esta aventura, y seguramente muchas más vendrían en el futuro.

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