sábado, 5 de abril de 2014

En las entrañas de La Desolación (I)

La primera noche en Desolación ya advirtió a los héroes de lo que podía depararles recorrer estas tierras. Siguiendo las indicaciones de Elijayess, viajarían por la noche para evitar las horas diurnas, pues el impacto del Sol en este páramo resultaba mortal para casi cualquier ser vivo. Esto aumentaba la posibilidades de toparse con criaturas hostiles, pero no quedaba otra que escoger el mal menor. 
El grupo gestionaba con cuidado sus raciones y el tiempo de viaje. Nadie quería permanecer allí más de lo necesario, aunque el destino tenía otros planes.
Pronto se les presentó su segundo encuentro, aunque esta vez fueron los héroes los que tuvieron a su favor la oportunidad de sorprender al enemigo. El guía bárbaro divisó tres figuras reptilianas que avanzaban hacia ellos. El grupo aprovechó para emboscarles y darles muerte con la máxima rapidez. Gracias la superioridad numérica y el efecto sorpresa, solventaron el combate sin mayor dificultad.
Los aventureros continuaban su camino acampando sólo lo necesario. En uno de estos descansos, Melnar y Garrett escucharon los ronquidos de unas criaturas cuando salieron a buscar leña. La curiosidad pudo con ellos, y se acercaron para inspeccionar. El enano, como es de suponer, no era precisamente diestro en moverse sigilosamente, lo que provocó que aquello que dormía en la oscuridad se percatara de la presencia de los aventureros. Se trataba de un par de jabalíes de lomo ardiente que no dudaron en atacar a los incautos que amenazaban su territorio.
Por suerte, Elijayess escuchó el jaleo del enfrentamiento y pudo alertar al resto del grupo que acudió en ayuda de sus compañeros. Cuando llegaron, el pícaro ya se encontraba moribundo, mientras que el enano se defendía como podía. No obstante, con una buena planificación, consiguieron acabar con los animales y socorrer a tiempo a Garrett. Fue entonces cuando Elijayess se percató de que algo le ocurría al arco que había lanzado a un lado para luchar cuerpo a cuerpo. No era su arco. Soralinas había intentado darle el "cambiazo" con la esperanza de hacerse con un arco de mayor calidad. Evidentemente el bárbaro se dio cuenta, y la cosa se resolvió sin más problemas. La mejor noticia es que esa noche pudieron cenar carne de jabalí, ahorrando una de sus raciones.
Las jornadas transcurrían por el accidentado paisaje, y un nuevo encuentro se cruzó en el camino de los aventureros. En un antiguo vergel ya marchito, donde varios árboles secos se levantaban sobre la maleza muerta, algo se movía entre las ramas. Desde la distancia no podían identificar con certeza de qué se trataba, pero no tardarían en hacerlo, pues debían cruzar por allí para continuar su camino. Así lo hicieron, y fue entonces cuando se dejaron ver cinco enormes arañas dispuestas a darse un festín.
Todo apuntaba a que aquel sería un escollo difícil de sortear, por lo que Dusk no se lo pensó dos veces en dar uso a su bolsa de trucos, de la que surgió un imponente rinoceronte que ayudaría al grupo en aquel combate. Sin embargo, los aventureros se mostraron realmente certeros en sus golpes, de manera que las arañas iban cayendo poco a poco a su paso sin apenas tener tiempo de atacar. Tan sólo Elijayess fue herido. Su fortaleza natural le hizo inmune al veneno, por lo que tan sólo hizo falta una leve cura del místico para reponerse y continuar.
El siguiente suceso que aconteció no fueron criaturas de ninguna clase, sino la propia naturaleza, lo cual suele deparar peores consecuencias. En esta ocasión un terremoto removió la tierra mientras los héroes dormían, abriendo dos profundas grietas que engulleron a Dusk y Melnar. Afortunadamente no eran tan hondas como podría parecer, y sólo sufrieron unas contusiones de las que se recuperaron tan pronto fueron rescatados con cuerdas por sus camaradas.
El agotador viaje continuaba, y una noche más se presentaba movida. Tras un saliente del paisaje, un gigante les asaltó con preguntas a las que no iba a esperar respuesta. En un primer instante, los héroes dudaron si podrían parlamentar con el enorme ser, pero salieron de dudas en unos segundos, que fue lo que tardó el gigante en cargar contra ellos.
Sólo era un enemigo esta vez, pero terminó siendo el más peligroso hasta el momento. Con sus terribles garras y su enorme fuerza, era capaz de destripar a todo lo que se ponía al alcance de sus manos. Elijayess fue el más perjudicado, y Garuk también sufrió su ataque, pero ambos no se amilanaron, respondiendo con fiereza a sus ataques. De hecho, todo el grupo atacaba sin piedad, viendo como sus golpes iban haciendo mella en la criatura, excepto los del tozudo enano, el cual a pesar de lanzarse valientemente a la batalla esquivando los intentos de agarre del gigante, vio tristemente cómo sus hachazos sólo cortaban el aire. Aún así, un nuevo éxito se sumó al viaje del grupo, acabando con la vida del monstruo, a base de mucho sudor y sangre.
Una vez curados lo suficiente para continuar, volvieron a emprender el camino sin tiempo que perder, pues estaba visto que cada minuto en Desolación era una nueva oportunidad para morir. No obstante, y por increíble que parezca, en este paraje también había ocasión de encontrarse con aliados, y eso fue lo que ocurrió poco después.
Mientras seguían su marcha, el grupo se topó con tres humanoides de aspecto similar a los elfos, pero que no eran tales. Orejas puntiagudas y cabellos rojos eran las características más identificativas de esta raza desconocida. Su líder se presentó como Saragan Llamasalvaje, y parecían amistosos, pero teniendo en cuenta los precedentes los héroes no confiaron demasiado en ellos, sobre todo Dusk. Melnar, en cambio, después de actuar de forma reservada en un primer momento, decidió confiar en ellos y contarles los detalles de su empresa. Los sujetos se mostraron complacidos, hasta el punto de proporcionar al grupo más provisiones para el viaje. Sin más, y deseándoles suerte, se marcharon.
Las horas pasaban, pero no disfrutaron de mucho más tiempo de tranquilidad, pues una lluvia ácida les sorprendió a la noche siguiente. Corriendo como pollos sin cabeza buscaron un lugar seguro, ya que estar expuestos a esa lluvia podría afectar gravemente a sus armas y equipamiento. Cuando al fin encontraron refugio, hicieron comprobación de sus posesiones, advirtiendo que algunos de sus objetos mágicos habían quedado inservibles. Sólo les quedaba esperar no echarlos de menos en el largo viaje que todavía tenían por delante.

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