sábado, 15 de marzo de 2014

Visiones del pasado

Dusk, Dustan, Laguna y Melnar se prepararon para el combate contra el limo: rápidamente improvisaron una estrategia conservadora, prefiriendo no entrar en la misma habitación que ocupaba su enemigo y esperar preparados para golpear a que el monstruo fuera a buscarlos. Tras arrastrarse unos segundos hacia el grupo, Melnar le alcanzó con un hachazo brusco. Pero los aventureros no habían entendido la naturaleza exacta del monstruo al que se enfrentaban: si bien Melnar había calculado la posibilidad de que el limo absorbiera objetos (una pista inequívoca al respecto era lo que flotaba en su interior) y por ello había atacado con su hacha arrojadiza de recambio que perdió inmediatamente, no previeron que ante un impacto físico el limo se dividiría... ¡en dos enemigos iguales al limo original!
El limo primigenio y su copia seguían avanzando y el enano, por puros reflejos, volvió a golpear al monstruo, creando un tercer clon. El grupo entendió entonces que pese a los conjuros de Dusk y Laguna, no tenían oportunidad contra un rival con semejante poder y comenzaron a huir de la sala, teniendo en cuenta que su destino, encontrar el modo de usar la llave, era más importante que morir luchando contra un enemigo encerrado en un templo olvidado. Sin embargo, Laguna se había retrasado en el repliegue y fue atrapada y absorbida por uno de los limos copia. Cuando el resto del grupo se dio cuenta, hizo un pequeño amago de volver en su auxilio, pero desde la distancia ya se veía que Laguna Lúgubre yacía inmóvil y ahogada en el interior de la translúcida bestia, y de nada les serviría luchar por su cuerpo.
Conscientes de que esta vez sí habían perdido a la perturbadora hechicera, el grupo decidió ser más precavido de ahora en adelante. Seguían teniendo que explorar el templo en busca del arma que les era necesaria, el ser creado a partir de sangre dracónica y la forma de utilizar la caja, pero también entendieron que esos secretos probablemente no se guardarían en salas comunes y explorar cada rincón minuciosamente era una temeridad innecesaria, más aún cuando los limos seguían en su mismo piso y les perseguían lenta pero inexorablemente. Por eso decidieron echar un vistazo por encima al resto de habitaciones antes de bajar, descartando entrar en una mantequería y una destilería por parecerles poco productivo.
Los supervivientes desde el asalto al campamento de bandidos Dusk y Melnar, y la nueva incorporación Dustan bajaron al siguiente nivel, donde notaron un frío inexplicable de forma natural, dado el calor en el piso anterior. Tampoco les recibieron las antorchas con su iluminación azulada. Sobre aviso de que algo extraño, o al menos más de lo normal en este templo, estaba sucediendo, y siguiendo un extraño rastro baboso hasta una habitación cercano, descubrieron de que se trataba: un cubo gelatinoso estaba haciendo estragos por la zona, y entre otras cosas, había sorbido las antorchas. Aunque dudando de si se repetiría la trágica experiencia del limo, el grupo se preparó para la batalla.
El encuentro fue menos duro de lo esperado, en parte gracias a la aparición de un humano que les ayudó a derrotar al cubo con su magia. A continuación se presentó como “El errante” y dijo estar buscando tesoros en el templo para ganarse la vida. El grupo vio interesante conservarlo a su lado, aunque no era seguro revelarle aún nada sobre su misión, y por su parte el humano (que más tarde revelaría su nombre: Ralph) también veía beneficioso una alianza, pues el templo estaba resultando más duro de lo que había previsto. Antes de marcharse, Dustan percibió un pequeño destello en la oscuridad, donde el cuerpo del cubo gelatinoso se había esparcido: un casco en el interior del monstruo aún no estaba lo suficientemente corroído como para no interesarse por él. Al sacarlo, Dusk se empeñó en analizarlo, descubriendo que poseía propiedades mágicas; el grupo decidió que el más adecuado para utilizarlo fuera Dustan, y se lo puso inmediatamente.
El grupo, reforzado con un nuevo miembro para cubrir la muerte de Laguna, siguió con su exploración. En una habitación contigua, en estado mucho mejor al del resto de salas que habían visitado hasta ahora, encontraron una librería y una armadura vieja utilizada como muñeco de práctica. Dustan, con los poderes que le concedía el casco, vio inscripciones mágicas en los refuerzos de la vieja cota, pero estaba demasiado dañada como para sacar algo útil de ella, y los libros tampoco resultaron ser de utilidad.
Al entrar en la habitación siguiente, fueron testigos de un hecho extraordinario: asistieron a otra visión, donde una mujer con un medallón intentaba sanar y defender a un hombre pero era asesinada junto con el herido por los ogros que asaltaban el templo cruelmente. Sin embargo, no acabó el encuentro ahí: el joven, atormentado por su destino, no conoció la paz tras su muerte y su fantasma, escondido tras la visión, saltó sobre el grupo, sorprendido ante el hecho. A pesar de todo lo sufrido, el espíritu del muchacho seguía intentado resistir su desolación, y contuvo sus fuerzas lo suficiente para que el grupo pudiera eliminarlo antes de causar un daño irreparable a alguno de sus miembros. En el suelo, ya solo el bastón del joven recordaba el suceso sucedido cientos de años atrás.
Entre celdas con huesos y habitaciones destrozadas, los héroes llegaron a una nueva estancia, donde se acercaron, curiosos, a un extraño charco que se filtraba de las paredes y había inundado parte del cuarto. De entre el agua, apareció un ser al principio indistinguible, pero al separarse del líquido concretó su forma de cieno. Esta vez, Melnar golpeó sin tomar precauciones al monstruo y observó como su espada electrizante era corroída por el ácido. Con el enano maldiciendo, fueron la magia de Dusk y Ralph y los golpes de Dustan (que también perdió una maza) quienes destruyeron al cieno.
Habían explorado casi medio piso, pero ya habían llegado a las escaleras para bajar al siguiente. Dustan percibió entonces una runa mágica que activaba una trampa justo delante del primer peldaño. El grupo lo señaló y siguió explorando este nivel antes de bajar, convencidos de que el nuevo grupo era más fuerte que el del piso anterior.
Al lado de la escalera que les había servido para llegar, encontraron una habitación con la puerta cerrada. Dustan se encargó de forzar su cerradura y Ralph de abrir la puerta, ajenos a la desconfianza que mostraban Dusk y Melnar dado su último encuentro con una puerta en pie en el templo. Cuando la puerta se abrió, un rayo dirigido hacia Melnar hizo que el enano sintiera fuego en sus entrañas, tirándose al suelo y gritando de dolor. Aunque preocupados por su compañero, el resto del grupo volvió a girarse hacia el interior de la habitación, donde una visión revelaba que el sumo sacerdote del templo había perdido la fe y traicionado el templo, motivo final de su ruina. Mientras Melnar seguía lamentándose en el suelo y Ralph lo custodiaba, Dusk y Dustan miraron por encima la estancia y descubrieron un cofre completamente de piedra y algunas estanterías que el tiempo había podrido, aunque el aspecto en general era mucho mejor al del resto de salas. El grupo decidió meter a Melnar en la sala y rezar para que su mal fuese reversible.
Finalmente así fue, y tras un tiempo de descanso, decidieron entrar en la última sala que les quedaba por explorar: la habitación central en forma de cruz. Como había cuatro puertas, decidieron entrar cada uno por una, con la esperanza de desconcertar a los posibles enemigos que encontraran en su interior. Pero cuando abrieron la puerta... solo encontraron a una humanoide sentada entre libros, y que les recibió educadamente. Acercándose, el grupo definió a la figura como una khurita, aunque tenía el rostro tapado a partir de la nariz y hasta el cuello por un velo de marfil. Se presentó como Anasana, y dijo que había entrado al valle al pensar que su reapertura era una señal de los dioses, aunque ahora veía que no era así. Intentó llegar al final, pero viendo la dificultad de los niveles inferiores, decidió volver y permanecer en esa estancia segura, protegida por un cubo gelatinoso que había invocado (el mismo que el grupo había derrotado) y absorbiendo el conocimiento de los libros que le rodeaban. Dusk se mostró especialmente cortés con la dama e incluso la invitó a unirse al equipo, pero Anasana seguía demasiado perturbada por sus encuentros en los niveles inferiores y no tenía pensando volver, ni siquiera contando con todo un grupo. Advirtió al grupo de la presencia de constructos muy poderosos más abajo de la escalera siguiente. Melnar debatió en su interior sobre si debían preguntarle sobre su verdadero motivo para estar allí, pero también él vio adecuado no confiar en nadie hasta que fuera necesario, y Anasana y Ralph aún no habían demostrado que eran justo lo que decían ser. Finalmente, y con un último galanteo de Dusk, el grupo se despidió de Anasana, preparado para bajar las escaleras esquivando antes la trampa descubierta.

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